Las enfermedades de la tiroides son afecciones comunes que afectan de manera negativa la salud de las personas. Se han encontrado diferencias en la composición de la microbiota intestinal en pacientes que padecen enfermedades tiroideas al compararse con la de individuos sanos. El microbioma tiene la capacidad de afectar el buen funcionamiento de la glándula tiroides.
Las enfermedades tiroideas e intestinales pueden presentarse en conjunto siendo las más comunes: la tiroiditis de Hashimoto y la enfermedad de Graves las enfermedades tiroideas autoinmunes más comunes (AITD) y a menudo se combinan con la enfermedad celíaca y la sensibilidad al trigo no celíaca. Esto puede deberse a que la barrera intestinal se encuentra dañada y al aumento de la permeabilidad intestinal, lo que ocasiona que los antígenos atraviesen con mayor facilidad y se active el sistema inmune. La Enfermedad Celíaca se asocia con una serie de enfermedades autoinmunes, incluida la tiroiditis de Hashimoto. Se ha sugerido que la prevalencia de la enfermedad tiroidea autoinmune en pacientes con Enfermedad Celíaca es cuatro veces mayor que la de la población general.
La disbiosis, una alteración en la composición de la microbiota intestinal, es una manifestación común en los trastornos de la tiroides. Su presencia tiene la capacidad de alterar la respuesta inmune favoreciendo la inflamación y reduciendo la tolerancia inmune, dañando la membrana intestinal y provoca un aumento de la permeabilidad intestinal, lo que de nuevamente conduce a una alta exposición de antígenos y al desarrollo de una inflamación local. Por otro lado, puede afectar directamente los niveles de hormona tiroidea y la inhibición de TSH. Asimismo, la disbiosis no solo se ha encontrado en AITD, sino que también se ha informado en casos de carcinoma de tiroides.
La composición de la microbiota intestinal también influye en la disponibilidad de aquellos micronutrientes esenciales para la glándula tiroides. El yodo, el hierro y el cobre son cruciales para la formación de la hormona tiroides; el selenio y el zinc son necesarios para convertir la hormona T4 (tiroxina) en T3 (triyodotironina); y la vitamina D ayuda a regular la respuesta inmunitaria.
Esos micronutrientes a menudo se encuentran deficientes en AITD, lo que resulta en un mal funcionamiento de la tiroides. Por ejemplo, la deficiencia de yodo puede provocar bocio, probablemente nódulos tiroideos e incluso cáncer de tiroides. La alta ingesta de yodo puede inducir hipotiroidismo o hipertiroidismo en pacientes susceptibles. El hierro es esencial para el crecimiento bacteriano, la disponibilidad de hierro influye en la composición de la microbiota y, al mismo tiempo, la microbiota influye en la disponibilidad de hierro. El hierro es vital para la utilización eficiente del yodo y la formación de la hormona tiroidea.
La cirugía bariátrica es un procedimiento que puede provocar una alteración en la absorción de estos nutrientes y además involucra cambios en los niveles de hormona estimulante de la tiroides (TSH) y T3.
La glándula tiroides y el sistema gastrointestinal, especialmente el intestino, mantienen una relación estrecha, mediante el eje intestino-tiroides. Se ha encontrado evidencia que en presencia de alteraciones tiroideas se puede afectar la composición de la microbiota intestinal, la cual a su vez si se encuentra alterada, puede dañar el funcionamiento de la tiroides.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias:
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