La alergia alimentaria es aquella reacción patológica del sistema inmunitario provocada por la ingestión de un agente antígeno alimentario. Una exposición a cantidades muy pequeñas de alimentos alérgenos puede provocar síntomas como trastornos gastrointestinales, urticaria e inflamación de las vías respiratorias. La diferencia entre una intolerancia alimentaria y una alergia es que la intolerancia no ocasiona una reacción del sistema inmunitario; por ejemplo, la intolerancia a la lactosa es a causa de factores no inmunitarios, como una malabsorción de lactosa y la deficiencia de la enzima lactasa.

Durante los años 90 ‘s una de las principales estrategias para la prevención de las alergias alimentarias era evitar el consumo de alérgenos alimentarios durante la infancia. Se identificó que la inmadurez del sistema inmune intestinal era el factor principal para presentar una alergia alimentaria. Por lo tanto, se recomendaba evitar alimentos alérgenos durante el embarazo y la lactancia como método de prevención, así como, restringirlos durante los 12 a 36 meses de vida.

Sin embargo, se seguían presentando casos de alergias entre los infantes. Por ello, se cambiaron dichas recomendaciones al no haber suficiente evidencia de que el retraso en la introducción de alimentos alérgenos después de los 4 o 6 meses de edad ayudará a prevenir la presencia de las alergias.

La introducción temprana de algunos alérgenos alimentarios se ha asociado con una reducción de alergias alimentarias. Por lo tanto, se propuso la “hipótesis de exposición dual al alérgeno”, la cual indica que el consumo oral temprano de alérgenos alimentarios podría inducir tolerancia oral, mientras que la sensibilización alérgica a los alérgenos alimentarios podría tener lugar por vía transcutánea.

El Consenso de múltiples sociedades de 2021 sobre el enfoque de la prevención primaria de la alergia alimentaria, recomiendan la introducción temprana de productos que contienen huevo y maní a partir de los 6 meses de edad (pero no antes de los 4 meses de edad) en todos los lactantes y no retrasar deliberadamente la introducción de otros alimentos complementarios potencialmente alergénicos.

Si bien no existe una definición estandarizada de alto riesgo de alergia a los alimentos, el documento de Consenso de 2021 recomienda que los bebés con eccema grave se consideren con mayor riesgo de desarrollar alergia a los alimentos, y los bebés con eccema de leve a moderado, los padres con antecedentes de atopia y una alergia alimentaria conocida tienen un riesgo elevado de desarrollar una nueva alergia alimentaria.

Aunque las pautas de prevención de alergias alimentarias de 2014 de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) indicaron que no había pruebas suficientes para recomendar la retención o el fomento de la exposición a alimentos potencialmente alergénicos después de los 4 meses de edad en todos los bebés, con y sin herencia atópica, las pautas actualizadas de 2020 sugieren introducir maní y huevo bien cocido como parte de la alimentación complementaria.

Los estudios sobre la prevención de la alergia alimentaria mediante la restricción de alimentos alergénicos han demostrado que no existe alguna razón para retrasar su introducción en la dieta. Por otro lado, no hay evidencia que requiera la ingesta de alimentos alergénicos antes de los cuatro meses de edad para la prevención de alergias en la población general y los lactantes en riesgo. Por lo tanto, es recomendable que a los bebés con alto riesgo de alergias se les introduzcan alimentos complementarios de acuerdo con los hábitos familiares a partir de los seis meses de edad, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Asimismo, se ha demostrado que la exposición antes de los cuatro meses de edad a alimentos alergénicos es ineficaz para prevenir alergias. Los alimentos alergénicos que pueden inhalarse, como las nueces, deben evitarse o administrarse en una forma segura para los bebés, como la mantequilla de maní. En lactantes con alergia alimentaria y/o eczema severo con prueba de punción cutánea positivo a un alimento específico, se debe considerar una provocación alimentaria oral bajo supervisión médica, antes de introducir el alimento en la dieta. Esto debe tenerse en cuenta no solo para el huevo y el maní, sino también para los demás alimentos, incluida la leche de vaca, los frutos secos y las semillas, que contienen alérgenos resistentes al calor, al pH y a la digestión enzimática y capaces de sensibilización por vía oral.

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Equipo de investigación y editorial iNat México.

Referencias:

Yu, W., Freeland, D., & Nadeau, K. C. (2016). Food allergy: immune mechanisms, diagnosis and immunotherapy. Nature reviews. Immunology, 16(12), 751–765.

Caffarelli, C., Di Mauro, D., Mastrorilli, C., Bottau, P., Cipriani, F., & Ricci, G. (2018). Solid Food Introduction and the Development of Food Allergies. Nutrients, 10(11), 1790.

Yakaboski, E., Robinson, L. B., Arroyo, A., Espinola, J. A., Geller, R. J., Sullivan, A. F., Rudders, S. A., & Camargo, C. A. (2021). Early Introduction of Food Allergens and Risk of Developing Food Allergy. Nutrients, 13(7), 2318.

 

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