Durante los últimos años se ha vuelto muy común que las personas recurren a la práctica de dietas que prometen tener resultados en pocos días y de manera rápida para la reducción de peso corporal principalmente. Este tipo de planes de alimentación se encuentran al alcance de todos pues basta con acudir a internet para tener acceso a ellas.

El realizar una dieta implica un cambio brusco y radical. La mayoría de las veces se eliminan ciertos grupo de alimentos, se sustituyen con otros a los cuales no se está acostumbrado a consumir o bien se llegan a realizar combinación que la mayoría de las veces no son agradables para el paladar. Estos factores, conforme avanzan los días, se tornan aburridos, extraños y no se adaptan a cada individuo. Después de transcurrido un tiempo comienzan a aparecer las consecuencias como desmotivación, abandono de la dieta, regreso a los antiguos hábitos de alimentación y recuperación del peso perdido.

Del mismo modo, suele ocurrir con dietas especiales para diversas enfermedades como diabetes o hipertensión. Normalmente en estos padecimientos se suele dejar de lado la alimentación debido a que el uso de medicamentos da una falsa sensación de seguridad, por lo que se suele pensar que la dieta no es importante y no forma parte del tratamiento. Sin embargo, es importante mencionar que la alimentación es capaz de adaptarse a cada situación y a los posibles efectos secundarios de los medicamentos, cosa que la mayoría de las dietas que se encuentran en internet no hacen.

Por ello, es mejor cambiar los hábitos de alimentación en lugar de pasarse la vida a dieta.

En primer lugar, si se desea reducir el peso lo ideal es recurrir a consultar a un especialista, que en este caso sería un nutriólogo, quien ayudará a cambiar la forma en la que se ve la alimentación. Existen diversas formas de adaptar la alimentación a cada enfermedad o para la pérdida de peso. Para ello es importante comer sano, investigar que alimentos son los más recomendables para cada situación, elegir nuevas recetas para la preparación de los alimentos, realizar ejercicio o actividad física, entre otras.

Si bien es difícil eliminar los viejos hábitos no es imposible. Cambiar los hábitos conlleva todo un proceso, el cual requiere de tiempo y pueden llegar a presentarse algunos obstáculos durante este.

Recurrir a nuevos hábitos de alimentación más saludables puede ayudar a prevenir la aparición de problemas de salud graves como la obesidad o diabetes. Hábitos como integrar el consumo de más frutas y verduras, realizar actividad física o ejercicio, tomar más agua natural en lugar de jugos o refrescos, preferir métodos de cocción como al vapor o hervido, dormir 8 horas, entre otros, pueden ayudar a controlar el peso corporal y tener más energía, además de obtener los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Después de un tiempo de llevar a cabo estos cambios pueden llegar a convertirse en parte de la rutina diaria y se practicarán sin problema alguno.

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Equipo de investigación y editorial iNat México.

Referencias:

Sanchez, J. D. (s. f.). Enfermedades transmitidas por alimentos (ETA). Pan American Health Organization / World Health Organization.

Organización Mundial de la Salud. (2019, 15 noviembre). Enfermedades de transmisión alimentaria.

Zúñiga Carrasco, I. R., & Caro Lozano, J. (2017). Enfermedades transmitidas por los alimentos: una mirada puntual para el personal de salud. Enfermedades Infecciosas y Microbiología, 37(3), 95–104.

 

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