Hemos escuchado mucho hablar del famoso eje intestino-cerebro, pero no sabemos qué significa esta conexión. ¿Influye en nuestra salud o tipo de alimentación? Sigue leyendo…

El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central, el tracto gastrointestinal y la microbiota intestinal, la cual se encuentra mediada por algunos productos generados por las bacterias que actúan a nivel hormonal y neuronal. Está formado por la microbiota intestinal y el sistema nervioso.

Se ha encontrado que algunos mecanismos pueden estar relacionados con la señalización de la microbiota intestinal hacia el cerebro y de forma contraria, el cerebro puede alterar la composición microbiana y el comportamiento por medio del sistema nervioso. La microbiota intestinal puede influir en el desarrollo del comportamiento emocional, los sistemas de modulación del estrés y el dolor y los sistemas neurotransmisores.  

Existe la posibilidad de que las interacciones entre la microbiota-cerebro-intestino se encuentren involucradas en trastornos del cerebro-intestino como el síndrome del intestino irritable (SII) y trastornos gastrointestinales, e incluso algunos trastornos cerebrales como trastorno del espectro autista, enfermedad de Parkinson, trastornos del estado de ánimo y afecto, y dolor crónico.

Las señales que llegan desde la microbiota al cerebro utilizan diversas vías de comunicación como la estimulación del sistema nervioso, producción de neurotransmisores o precursores como el ácido aminobutírico (GABA), producción de hormonas, o bien mediante el sistema inmune.

Dietas ricas en carbohidratos refinados, azúcares, edulcorantes, alcohol, grasas saturadas, grasas trans y alto contenido en proteínas animales se relacionan con un desequilibrio en la microbiota intestinal, conocido como disbiosis. Por lo que un cambio en la composición de la microbiota puede alterar las señales entre el cerebro y por lo tanto generar la aparición de diversas enfermedades.

Las bacterias benéficas encontradas en la microbiota utilizan carbohidratos como fuente de energía para su reproducción, por lo que el consumo de fibra resulta buena fuente para su alimentación. Dietas ricas en polifenoles como café, cacao, arándanos, té verde, brócoli o nueces pueden influir en la composición beneficiosa de la microbiota. Asimismo, alimentos fermentados como yogur, chucrut, tofu o tempeh y ciertos alimentos con cultivos activos como yogur, kéfir, kimchi o kombucha también resultan útiles para las bacterias de la microbiota.  

La comunicación del eje microbiota-intestino-cerebro se ha postulado como una explicación a diversos trastornos neurológicos y gastrointestinales. La salud intestinal es indispensable para la salud cerebral. Por lo que, entre más consumo de fibra en la dieta más diversidad de bacterias buenas existirán en la microbiota. Cabe destacar que la salud del cerebro es un reflejo de la salud intestinal la cual depende mayormente de la calidad de la dieta.

Equipo de investigación y editorial iNat México. 

Referencias

Gómez Eguílaz, M., Ramón Trapero, J. L., Pérez Martínez, L., & Blanco, J. R. (2019). El eje microbiota-intestino-cerebro y sus grandes proyecciones. Revista de Neurología, 68(03), 111. 

Castillo-Álvarez, F., & Marzo-Sola, M. E. (2019). Papel de la microbiota intestinal en el desarrollo de diferentes enfermedades neurológicas. Neurología, 1-7. 

Pineda-Cortes, J. C. (2017). El Microbioma y las enfermedades neurodegenerativas del Sistema Nervioso Central. REVISTA BIOMÉDICA, 28(1), 7-10.

Robetto, F. (2017). Dieta: su rol en el eje microbiota – intestino – cerebro. Opción Médica, 30-32. 

Mayer, E. A., Tillisch, K., & Gupta, A. (2015). Gut/brain axis and the microbiota. The Journal of clinical investigation, 125(3), 926–938.

 

 



 

 

 

 

 

 

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