Hoy en día, debido a las nuevas demandas de los consumidores que están interesados en cuidar y mantener su salud, hemos encontrado una gran cantidad de productos en sustitución de los lácteos, como por ejemplo la “leche” de almendra, de coco, de soya, de nuez…

Las leches de frutos secos y semillas se pueden fermentar en un proceso similar a las leches de origen animal; el fermento lácteo de semillas que más se parece a su análogo es la leche de soja fermentada con cultivos de yogurt. Puedes usar este método o bien puedes fermentar espontáneamente cualquier leche de semillas o de frutos secos; puedes cultivarla con casi cualquier  iniciador lácteos (búlgaros), con jugo de chucrut o kéfir de agua, entre otros.
No necesariamente tienes que desechar la pulpa, a menos que esté mezclada con cáscaras no comestibles. Los quesos o yogures de semillas y frutos secos, que son menos densos, son moldeables y fáciles de extender cuando se incorpora a ellos la pulpa molida de la semilla o del fruto seco.

Preparación sugerida para la elaboración de quesos fermentados: 


Dejar las semillas en remojo con jugo de chucrut u otro iniciador de cultivo vivo y con hierbas aromáticas frescas. Añade el agua poco a poco con el mínimo imprescindible de agua para alcanzar la consistencia deseada y después deja “envejecer” por uno o dos días, tapado para proteger de las moscas y removiéndolo de forma continua.

Ingredientes para yogurt de coco:

 
2 cápsulas de probióticos (el polvo) puedes elegir cualquiera del mercado que tenga cepas de lactobacilos y bifidobacterias.
Pulpa de dos cocos tierno
Agua del coco
⅛ tz de kéfir o kombucha
1 cta de miel de abeja

Procedimiento: 

En una licuadora, colocar la pulpa del coco tiernita (la madurez es importante para conseguir la consistencia deseada) y ⅛ tz de kéfir o kombucha. Licuar hasta conseguir una consistencia cremosa; de ser necesario añadir de a poco el agua de coco.
Retirar de la licuadora y mezclar con una cuchara de madera el polvo de las cápsulas de probióticos y la cta de miel de abeja.
Dejar reposar toda una noche en un lugar tibio, cubrir con una manta o tela que impida el ingreso de bichos pero le permita “respirar” (puede ser dentro del horno o al lado del refrigerador, el motor ayudará a mantener el calor).
Pasada toda la noche, remover un poco por la mañana, se puede dejar fermentar por un poco más de tiempo si se desea más ácido. Debes considerar que conforme aumente la acidez es mucho más probable que se separe o se corte. Para detener o ralentizar la fermentación basta con mantenerlo dentro del refrigerador.
Consumir preferentemente los 5 a 7 días posteriores a su elaboración. 

¡Disfrútalo! 

iNat Gastronomía. 

 

 

 

 

 

 

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