Tanto el intestino delgado, como el intestino grueso poseen una población bacteriana; sin embargo, el intestino delgado contiene una menor proporción la cual rara vez supera los 1000 organismos / ml. Esto es debido a que la producción de ácido gástrico y los movimientos que realiza funcionan como limitante para el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. Cuando existe una alteración en este mecanismo de protección, se genera un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado (SIBO). El SIBO suele ser más común en personas mayores y en mujeres.

El SIBO hace referencia a una condición en la cual el exceso de población bacteriana intestinal genera una serie de síntomas a nivel intestinal. Los síntomas son inespecíficos e incluyen dolor abdominal, eructos, hinchazón, diarrea, distensión, flatulencias e indigestión. Estos malestares pueden variar en frecuencia, duración y severidad. SIBO puede causar malabsorción severa, desnutrición grave y síndromes de deficiencia.

SIBO se ha asociado a diversos trastornos gastrointestinales como síndrome de intestino irritable, dispepsia, divertículos en el intestino delgado, uso de narcóticos, enteropatía posradiación, hipotiroidismo, diabetes mellitus, esclerodermia (endurecimiento, y estiramiento crónicos de la piel y los tejidos conectivos), rosácea, síndrome de piernas inquietas enfermedad de Parkinson, enfermedad de las arterias coronarias y cirugía abdominal. También, se ha asociado la insuficiencia pancreática crónica. Algunos trastornos inmunodeficiencia como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), inmunodeficiencia variable combinada (trastorno caracterizado por bajos niveles de anticuerpos) y deficiencia de inmunoglobulina A (anticuerpo), se relacionan con un incremento en el riesgo de SIBO.

La terapia para el tratamiento de este síndrome se recomienda que se aborde con un equipo multidisciplinario, pues se requiere de tratamiento farmacológico y apoyo nutricional. Dentro del apoyo nutricional se recomiendan algunas modificaciones a la dieta, como evitar la lactosa o corrección de deficiencias de nutrimentos. Las modificaciones de la dieta pueden llegar a ser requeridas por un largo periodo de tiempo. Los probióticos tienen un efecto benéfico para la microbiota intestinal por lo que se ha sugerido como parte del tratamiento de SIBO, sin embargo, en las investigaciones que se han realizado no se han llegado a resultados concluyentes. Sin embargo, siempre es necesario acudir con un especialista para que brinde un tratamiento personalizado.

El SIBO se desencadena cuando existe un incremento en la población microbiana que se encuentra en el intestino delgado, siendo más común en personas de la tercera edad y mujeres. Esta sobrepoblación puede generar la aparición de diversos síntomas gastrointestinales como dolor abdominal. El SIBO ha sido asociado con diversos trastornos gastrointestinales, neurológicos, endocrinos, entre otros. El tratamiento suele abordarse desde un enfoque multidisciplinario y realizando modificaciones en la dieta.

Equipo de investigación y editorial iNat México.

Referencias

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