México siempre ha sido un país caracterizado por su rica y elaborada gastronomía, declarada en 2010 patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO. Y una de esas delicias es, sin duda, el pan de muerto. 

El origen del pan de muerto se remonta a la época de la conquista, cuando en Mesoamérica se practicaban los sacrificios humanos; se preparaba un pan de amaranto molido mezclado con la sangre de las doncellas sacrificadas para ofrecerlo a huehuetéotl.

Debido a que los españoles encontraron muy violento este ritual, sugirieron preparar pan de trigo cubierto de azúcar roja para simular el corazón de las doncellas.

Así que, podemos decir que el pan de muerto es la fusión de ambos mundos: el prehispánico (la alegría por festejar a la muerte) y el español (la tradición del uso del trigo en el mundo católico europeo).

Actualmente se preparan más de 400 distintos tipos de pan de muerto en todo el país:
-Guanajuato, por ejemplo, son panes de canela con formas de animales
-En Mixquic se elabora un tipo de pan de pulque hojaldrado con forma de rosca espolvoreado con azúcar rosa
-En Puebla, roscas adornadas con colores (golletes) y mamón seco con un color amarillo y yema de huevo (sequillos).
-En Oaxaca, se prepara un pan de yema decorado con alfeñique
– Y, en Morelos, lo hacen con forma humana cubierto de azúcar roja.

“Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola.” Azucarados afanes, dulces panes (José Luis Curiel Monteagudo).

La mayor tradición del consumo de pan de muerto es en el centro y sur de México, siendo Oaxaca el estado con más variedad de formas desde flores y corazones, hasta animales como caballos, burros, conejos, tortugas y cocodrilos.

La forma circular que tiene el famoso pan simboliza el ciclo de la vida y la muerte. En su parte superior, en el centro surge un pequeño círculo que representa el cráneo, las cuatro canelillas hacen alusión a los huesos y las lágrimas derramadas por los que ya no están.

Algunos historiadores defienden que los antiguos pobladores de Mesoamérica enterraban con sus pertenencias a los muertos, con un pan elaborado con semilla de amaranto. 

iNat Gastronomía. 

 



 

 

 

 

 

 

Comments are closed.